Novedad

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El 1er encuentro del Sifu Li con el Si kung Duncan Leung

Extracto del libro Wing Chun Warrior, en que se narra el primer encuentro de Sifu Li Hon Ki con el Maestro Duncan Leung.    Traducción al español de Marco Bravo Rojas*


EL PROFESOR HUMILLADO

Virginia Beach - 1993

Rana en el pozo  - 井底之蛙   (jing di zhi wa)


Zhuangzi (莊子, 350-286 A.C.)


Zhuangzi fue un filósofo taoísta del período de Los Reinos Combatientes (475-221 A.C.), que usó fabulas, a menudo humorísticas, para transmitir una moraleja.  Él fue el principal descendiente espiritual de Laozi (老子), fundador del Taoísmo.  
La Rana en el Poso es su fabula más conocida, que nos previene de imponer nuestras limitadas perspectivas a nuestra vida.  “¿Estas consciente de las limitaciones impuestas por tu propia ignorancia?”  Zhuangzi pareciera preguntar.

Preste atención a como el Profesor Li Hon Ki narra, con sus propias palabras, su encuentro con Duncan Leung:



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He sido un fanático de las artes marciales desde que era un adolescente, y he practicado varios sistemas, incluyendo diferentes estilos de kung Fu.
Cuando tenía 13 años, en 1965, comencé a practicar Zhou Jia (Jou-ga/ 周家) y Hong Quan (Hung Kuen/ 洪拳).

Ya en el año 1968, Bruce Lee había hecho del Wing Chun un arte mundialmente famoso, y como mucho de mis contemporáneos, me uní con entusiasmo.  Pasé los próximos tres años aprendiendo Wing Chun con un instructor de la Séptima Generación.  Entrené duro y alcancé el nivel para manipular el muñeco de madera, las cuchillas dobles y el palo pargo.  Pero de alguna manera, sentía que algo faltaba.  Entre 1971 y 1973 entrené Wing Chun con otros tres instructores, también de la Séptima Generación, para asegurarme de aprender todo lo que se pudiera.
Durante ese periodo también entrené Tae Kwon Do, Tai Ji Quan (太極拳) y Karate.  En resumen, era versátil.

En 1973 gané el Hong Kong Open Championships de Tae Kwon Do; y en 1977, fui subcampeón del torneo de la Asociación de Kung Fu de Hong Kong.  Lo que me dio confianza en mis habilidades y orgullo de mi mismo.

En 1979 me fui a Brasil a enseñar Kung Fu.  Hacía clases de Hong Quan, Tai Ji Quan y Wing Chun.  No fue para nada difícil establecerme como profesor, además de que pude continuar con mi entrenamiento.

Lo que más problemas me daba era luchar en contra de patadas.  Sin un entrenamiento especial para fortalecer mis piernas, no me podría mantener en pie si un luchador Thai hiciera caer una de sus patadas en cualquier parte de una de mis piernas.  Entonces sentí la necesidad de aprender Thai, ya que el Wing Chun casi no tenía patadas o el entrenamiento para fortalecer las extremidades inferiores.  Más tarde me daría cuenta de lo equivocado que estaba.

Como el Karate de Oyama era muy popular en Brasil, sus practicantes, al igual que practicantes de otros sistemas y estilos de Kung Fu, tuvieron que aprender la forma de patear del Muay Thai.  Por mi parte, aprendí de un practicante del Karate de Oyama, quien vino a mi estudio a aprender Wing Chun.
Entrené durante los próximos 5 años hasta que pude romper una madera de 2×4 con mis canillas.  Podía soportar cualquier patada de cualquier estilo de pelea con mis piernas, lo que me hizo estar muy orgulloso y pensar que solo unos pocos practicantes de Wing Chun lo podrían hacer.


En 1993, una crisis financiera me obligó a dejar Sao Paulo e ir a New York y, durante los próximos dos años atendí pacientes en una clínica de Medicina Tradicional China, negocio muy próspero.

Ese año, me invitaron a participar de una demostración en la Copa Mundial de Kung Fu en la ciudad de San Francisco.  ¿Qué podría ser más gratificante para mi ego que presentar la potencia de mis patadas ante el mundo?  Ahí, ante una inmensa audiencia y la cobertura televisiva, quebré un bate de béisbol afirmado de forma perpendicular al piso por uno de mis asistentes, usando mi canilla izquierda. Nada malo para demostraciones de pateo.

Sin embargo, había una sola persona que no estaba impresionada de mi habilidad ni por mi Kung Fu – Mi hermano mayor Albert.  Durante años me había estado hablando de un amigo suyo, de la ciudad de Virginia, llamado Duncan Leung y de lo magistral que era su técnica.
Seriamente, ya estaba aburrido de escuchar acerca de éste tipo.  ¿Qué pasa si él es de la Séptima Generación de Wing Chun?  ¿Qué más podría aprender si ya había aprendido todo de cuatro expertos de la Séptima Generación?  Finalmente, desgastado por la persistencia de mi hermano, viajé con él hacia Virginia Beach, una ciudad resort en el borde costero de Virginia.


Fuimos invitados como huéspedes a la casa de Duncan Leung.
Al día siguiente de nuestra llegada, no fuimos a su estudio de Kung Fu, el cual era mi objetivo, sino que fuimos a su oficina, donde tuve que esperar desde las 9:00 de la mañana hasta la 5:30 de la tarde.  Cada vez que mencionaba al Wing Chun, él cambiaba el tema.  Después de haber viajado desde New York interesado por las artes marciales, estaba muy molesto, ya que él ni siquiera habló del tema.



Duncan se dio cuenta de mi frustración y preguntó “¿Qué quieres?”
“Mi hermano me dijo que Ud. es un experto en Wing Chun, y quiero ver que es lo que sabe,” a lo que Duncan no se mostró interesado.
“¿Qué has aprendido?”
“He aprendido todo: muñeco de madera, cuchillas dobles y palo largo.”
“Como lo has aprendido todo, no tengo que nada más enseñarte.”
“¿Por qué no hacemos Chi Sau?” Lo desafié.

(Continua a la segunda parte....)

Articulo extraido de Applied Wing Chun Chile.